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¿Y si nos despedimos del agotamiento crónico?

Descansar para recuperar vitalidad en el trabajo y en la vida

Septiembre marca un punto de inflexión. En Chile, se vive como un mes de pausa y encuentro en medio del año. En Europa y gran parte del hemisferio norte, simboliza el regreso tras el verano, el reinicio de la actividad con energías renovadas. En ambos contextos surge la misma pregunta: ¿realmente descansamos, o solo sobrevivimos a la rutina esperando la próxima pausa?

No se trata de “hacer menos”, sino de hacer mejor: recuperar pausas, foco y vínculos que nos devuelvan energía para vivir y trabajar con más equilibrio. Desde la neurociencia crece la evidencia de que el descanso no es un lujo; es parte del rendimiento. Es recuperar la capacidad de pensar, sentir y decidir mejor. Y en tiempos donde el agotamiento parece normalizado, hablar de descanso es hablar de salud, productividad y, sobre todo, de humanidad.


Las competencias para el bienestar: el punto de partida

El psicólogo Rafael Bisquerra plantea que el bienestar no es un estado fijo, sino un conjunto de competencias que podemos aprender y entrenar: regular emociones, gestionar el estrés, tomar decisiones saludables, pedir apoyo. Son micro–habilidades entrenables que permiten una vida más sana y equilibrada, también en el trabajo. Aun cuando existen factores contextuales que pueden pesar tanto como los individuales, vale la pena enfocar el bienestar no como una simple fuerza de voluntad, sino como el desarrollo de competencias.

Por su parte, Daniel Goleman recuerda que la inteligencia emocional es clave para gestionar presión y cultivar la conciencia de uno mismo. Líderes con estas competencias no solo cuidan su propio balance, también crean climas donde otros pueden descansar y trabajar con mayor claridad.


La sobrecarga cognitiva: cuando el cerebro no da más

Hoy trabajamos en un mundo hiperconectado. Notificaciones, reuniones constantes, multitarea: todo esto nos expone a lo que la ciencia llama sobrecarga cognitiva. Nuestro cerebro no fue diseñado para procesar tanto en tan poco tiempo, y cuando se satura, pierde claridad y creatividad.

La fatiga mental por carga cognitiva sostenida deteriora el control ejecutivo (menos corteza prefrontal “a disposición”), aumenta el esfuerzo subjetivo y favorece decisiones de corto plazo (“ya, lo envío así no más”). Descansar no es perder tiempo: recupera control, criterio y creatividad.

El problema no es que no quieras dar lo mejor de ti, sino que tu mente necesita pausas para recuperar energía. Ignorarlo es como intentar correr un maratón sin tomar agua.


Las micro–pausas: el descanso que sí suma

La buena noticia es que pequeñas pausas marcan la diferencia. La investigación muestra que micro–pausas (de segundos a pocos minutos entre tareas) mejoran vigor, fatiga y desempeño. Detenerte unos minutos para respirar, caminar o simplemente desconectar, puede aumentar tu rendimiento y proteger tu salud mental. No necesitas horas: a veces basta con 5 minutos bien usados para que tu cerebro vuelva a funcionar con claridad.


El descanso en otras culturas

En muchos países se ha empezado a responder a este desafío con prácticas culturales y laborales que reconocen el valor del descanso:

  • En Dinamarca, las “pausas de café” no son vistas como pérdida de tiempo, sino como parte de la productividad.
  • En España, la siesta es ya casi un mito urbano, pero la sobremesa se mantiene viva: un ritual de conversación y conexión que recuerda que descansar también es compartir.
  • En Estados Unidos, algunas empresas han implementado salas de descanso o “nap pods” para promover micro-reinicios durante la jornada.
  • En Suecia, la “fika” —un descanso con café y conversación— es casi una institución nacional, que fomenta tanto la productividad como la cohesión social.
  • En Francia, la ley prohíbe enviar correos fuera del horario laboral en ciertas industrias, para asegurar la desconexión.
  • En Japón, a pesar de la cultura del exceso laboral, algunas compañías han incorporado la práctica del inemuri (siestas cortas en el trabajo) como una forma de recuperar energía.

En Chile, en cambio, solemos seguir adelante como si el cansancio fuera un indicador de mérito. Pero lo cierto es que el descanso no es un premio: es un requisito para pensar, decidir y crear mejor.


*El dato incómodo: el rechazo social duele más de lo que pensamos

Vivimos en una sociedad hiperconectada, pero paradójicamente, muchos se sienten solos. Y la ciencia nos confirma que ese aislamiento no solo desmotiva, sino que física y emocionalmente desgasta.

La científica Naomi Eisenberger demostró que el rechazo social activa las mismas áreas cerebrales que el dolor físico; además La Universidad de Viena encontró que sólo ocho horas sin contacto social producen una caída de energía similar a la privación de la comida en ese tiempo Neuroscience News.

Aún más alarmante: sentirse solos se asocia directamente con sintomas de fatiga, dolor y depresión, incluso después de ajustar por edad, salud o entorno PMC. En palabras simples: la soledad nos desgasta.

Por eso ese cansancio que confundes con “agotamiento laboral” muchas veces tiene raíz social. Estar solos entre muchos duele —y baja nuestro rendimiento. Aquí, el descanso también implica volver a conectar.


Balance vida–trabajo: más que una moda

Hablamos mucho de productividad, pero ¿qué pasa con tu vida fuera del trabajo? El equilibrio entre ambas dimensiones es lo que permite sostenernos en el largo plazo. Trabajar sin pausa no solo te quita energía, también afecta tus relaciones, tu vitalidad y tu capacidad de disfrutar.

El descanso es un derecho, pero también una responsabilidad compartida: de líderes, organizaciones y equipos. “El burnout no solo es la responsabilidad de una sola persona”. Hay factores tanto individuales como organizacionales. La cultura, las cargas excesivas de trabajo, la falta de pausas y la exclusión social sutil empujan al límite. Llevémoslo a la práctica: normemos las pausas, prioricemos también el desarrollo de la resiliencia o el afrontamiento ante contextos de cambio constante, y quitemos la culpa de descansar, porque el descanso es parte del trabajo.


De la tensión contenida a la vitalidad

Vivimos atrapados entre la tensión contenida (acumulamos demasiado) y la tensión dispersa (saltamos sin foco de una tarea a otra). El desafío es restituir la vitalidad: generar ciclos de concentración y pausa, de dar y recuperar. Ese es el terreno donde realmente se puede crear, innovar y aprender.


Te dejamos 7 prácticas para empezar hoy

Revisa estas recomendaciones y ajústalas a tu jornada o estilo de vida. No todas son posibles para todos los trabajos, pero incluso una pequeña acción puede marcar la diferencia:

  • Respira profundo entre reuniones: 6–8 ciclos completos.
  • Trabaja en bloques de 45–60 minutos seguidos de 5–10 de pausa (aunque sea para estirarte o mirar por la ventana).
  • Reduce reuniones a 25 o 50 minutos para dejar espacio a la desconexión.
  • Camina o cambia de postura después de reuniones intensas.
  • Si tu jornada lo permite, prueba una micro–siesta de 10–20 minutos; si no, unos minutos de ojos cerrados, silencio o respiración consciente también ayudan.
  • Define reglas de convivencia digital para reducir interrupciones (silenciar notificaciones, acordar horarios de respuesta).
  • Comienza reuniones preguntando: “¿Cómo llegamos hoy?”, para abrir un espacio de humanidad y conexión.

Chile hoy: marcos que habilitan el descanso (si los usamos bien)

La Ley 40 horas (21.561) reduce gradualmente la jornada y permite innovar en distribución (4×3, etc.). Es una oportunidad para diseñar ritmos de trabajo más humanos sin perder resultados. Además, el descanso de colación es obligatorio (mínimo media hora) y la autoridad sanitaria promueve pausas saludables durante la jornada —no solo por ergonomía, también por salud mental. Cumplir la ley y diseñar pausas de calidad son dos caras de la misma moneda.

La pregunta es: ¿qué harás tú y tu equipo para poner el descanso en el centro?


El cambio es posible

Sí, los datos son duros y reflejan una realidad compleja. Pero también traen una invitación poderosa: podemos construir una cultura distinta. La ciencia muestra que cuando las personas se sienten seguras, conectadas y descansadas, no solo mejoran los indicadores de salud mental: también aumentan la innovación, la creatividad y la satisfacción colectiva.

No se trata de un esfuerzo aislado, sino de un cambio cultural compartido. Cada líder, cada equipo y cada organización tiene el poder de decidir si sigue normalizando el agotamiento o si apuesta por una nueva forma de trabajar: más humana, más consciente y más sostenible.


En WRIGHT te acompañamos

Porque descansar no es lujo, es estrategia. Te ayudamos a diseñar culturas más humanas y sostenibles a través de:

  • Assessments de liderazgo e inteligencia emocional.
  • Coaching para líderes y equipos.
  • Training práctico en bienestar y productividad.

📌 Este septiembre, regalemos a nuestros equipos lo que más necesitan: equilibrio, pausa y vitalidad para crecer.

aprendizaje, Autocuidado, comunicación, Manejo del Estrés
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